23 Mar Joaquín Sabina vs. Sergio Ramos: toreros frustrados con final en Madrid
Aparte de ser andaluces en Madrid, el cantante y el futbolista tienen otro punto en común relacionado con el arte de Cúchares
Isabel Arroyo Sauces
Joaquín Sabina es el vecino más ilustre de la localidad jienense de Úbeda. Con una fama de canalla ganada a pulso con el paso de los años, decir Sabina es hablar de la mala vida, de los vicios y las drogas, de las malas mujeres y las malas compañías. Sin embargo, el ubetense también se ha ganado la mención de maestro por sus letras. Y es que nadie como Joaquín Sabina podría hablar tan bien del vicio en forma de poesía.
Nadie como Joaquín Sabina podría hablar tan bien del vicio en forma de poesía
El repertorio de Joaquín Sabina es tan numeroso que sería imposible mencionarlo en un solo artículo. Inspiraciones ha tenido muchas, destacable entre ellas es Madrid. La capital de España fue testigo del nacimiento de la Movida en los años 80, un movimiento cultural que refleja esa libertad que los españoles tanto habían ansiado y que por fin se hacía realidad tanto con su parte positiva (la democracia) como con su parte negativa (los peligros en las calles). A día de hoy, Madrid sigue siendo una ciudad de oportunidades, un lugar donde todos los que vienen de fuera son bienvenidos.
Casualidad o destino, Madrid también es la ciudad del equipo de los amores de Joaquín Sabina: el Atlético de Madrid. Precisamente el cantautor andaluz fue el encargado de poner letra al Himno del Centenario en 2003, donde expresa todo el sentimiento indio: lo bueno y lo malo, las penas y las alegrías, el odio hacia el rival blanco. Porque Joaquín Sabina y Atlético de Madrid guardan mucha más relación que la de aficionado-equipo. Su última declaración de amor al Atleti en forma de canción la sacó a la luz de la mano de Leiva, colchonero confeso al igual que Sabina. ¿El título de la canción? Partido a partido.
Joaquín Sabina y Atlético de Madrid guardan mucha más relación que la de aficionado-equipo
¿Quién le iba a decir entonces a Joaquín Sabina que iba a tener algo en común con el capitán del eterno rival, Sergio Ramos?
Joaquín Sabina, Sergio Ramos y la tauromaquia
Hay una anécdota en la vida de Joaquín Sabina que todos sus fans se saben de memoria pero el resto del público desconoce. Y es que el cantautor de Úbeda no soñaba con dedicarse a la música, sino con ser torero. «Soy cantante por cobardía. Yo quería ser torero», es una de sus célebres frases.
Joaquín Sabina es aficionado a los toros y soñaba con triunfar vestido de luces
Para Joaquín Sabina, los toros son una metáfora de la vida y de la muerte, igual que el fútbol. Sabina es consciente del peso que tienen los antitaurinos en la sociedad. Cuando todavía estaban autorizadas las corridas en Cataluña, fue con Joan Manuel Serrat a la plaza a ver torear a José Tomás. Fue entonces cuando se encontró en la puerta a 200 personas quemando discos de ambos. «Qué voy a hacer. Nadie es perfecto, ni yo», declaró.
Por su parte, a Sergio Ramos le gustan los toros desde pequeño. Durante su infancia, ante la típica pregunta de qué quieres ser de mayor, el defensa camero lo tenía claro: futbolista o torero. Lo cierto es que tuvo la oportunidad de aprender ambas cosas, pues el fútbol está como actividad extraescolar en todos los colegios y pabellones deportivos y además, en Camas hay una escuela de tauromaquia.
Sergio Ramos se declinó por el fútbol en lugar de los toros porque su madre lo convenció alegando que ganaría más dando patadas al balón
Sin embargo, a Paqui García, como le ocurriría a cualquier madre, le daba un pánico horroroso pensar que su hijo se pondría algún día delante de un toro, así que trató de convencerlo para que se declinara por el fútbol alegando que iba a ganar mucho más en un terreno de juego que en una plaza de arena. Fue así como Sergio Ramos se centró en el fútbol, pasó por el Sevilla y aterrizó en el Real Madrid. Porque Madrid iba a ser testigo de todas las noches de gloria que iba a dar el defensa andaluz en el Santiago Bernabéu. Porque Madrid sabe acoger a todo el mundo, también a los toreros frustrados. Es entonces cuando en la capital de España se mezclan las buenas letras y el buen fútbol entre dos eternos rivales. Ahí está el encanto.
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