21 Ene Kirill Khaliavin: Viva la apropiación cultural
Isabel Arroyo Sauces
El fenómeno Rosalía lleva poco tiempo entre nosotros, aunque nos parezcan siglos ya que ha sido muy intenso. Cuando se hizo famosa, consiguió un sinfín de admiradores que la seguían porque les gustaba su manera de cantar y la fusión que hacía del flamenco con otros ritmos urbanos. Por su parte, un sector de la población gitana la acusaba de apropiación cultural por tener un estilo aflamencado siendo una paya catalana.
Según parte de la población gitana, Rosalía no puede cantar flamenco por ser paya y catalana
La cuestión es que la apropiación cultural no existe porque todas las culturas están entremezcladas, es decir, que ninguna cultura pertenece a nadie y a la vez, nos pertenece a todos. Y si algunos se han quedado perplejos al ver cómo con Rosalía ha llegado el flamenco a Cataluña (no es la primera vez que pasa, pues artistas como Carmen Amaya o Miguel Poveda también son catalanes), prepárense para descubrir que, en realidad, el flamenco ha llegado aún más lejos.
Kirill Khaliavin y la labor de Antonio Najarro
La carrera deportiva de Kirill Khaliavin dio un giro radical cuando su pareja se vio obligada a retirarse por una lesión grave casi a la par que la pareja española formada por Sara Hurtado y Adrià Díaz se disolvía por culpa del desgaste. Ambos quedaron libres para poder competir juntos. Únicamente faltaba que Khaliavin obtuviera la nacionalidad española por carta de naturaleza.
Kirill Khaliavin y Sara Hurtado se separaron de sus parejas prácticamente a la par
Sara y Kirill congeniaron a la perfección desde el primer día. En 2018, el gran reto para ellos eran los Juegos Olímpicos de Invierno. Para ello, la pareja hispano-rusa contó con las clases del coreógrafo Antonio Najarro, director del Ballet Nacional de España, el cual los preparó para bailar en el hielo Don Quijote, una danza española. ¿Se le dio bien al ruso blanquito y rubito ponerse en la piel del caballero andante? Juzguen ustedes mismos.
Kirill Khaliavin y Sara Hurtado van subiendo como la espuma en cada competición en la que participan. Por ejemplo, en la Rostelecom Cup ganaron la medalla de plata en 2018 y el bronce en 2019. Además, en varios campeonatos han sido invitados a participar en la gala de exhibición. Es ahí cuando la pareja hispano-rusa aprovecha el tirón del fenómeno Rosalía y lo integran a uno de sus ejercicios.
Sara y Kirill tiran del fenómeno Rosalía para las galas de exhibición
Hay quien dice que Rosalía no puede cantar flamenco porque es catalana. Otros dicen que lo que canta Rosalía no se puede llamar flamenco. Hablo desde el punto de vista aficionado y a la vez, ignorante de la música: Puede que canciones como Malamente solo tengan matices flamencos, en Bagdad sea más difícil detectarlos y en temas como Con altura o Yo x ti, tú x mí… sin comentarios. Sin embargo, en la melodía Aunque es de noche, yo sin saber que Rosalía es catalana y que hace fusión escucho flamenco tal cual.
No es por nada, pero a mí me encanta cómo este ruso se mueve al son de Rosalía.
Este lunes ha empezado el Campeonato de Europa de Patinaje Artístico, el cual durará hasta el domingo 26 de enero y donde Sara Hurtado y Kirill Khaliavin aspiran a superar la séptima plaza que alcanzaron el año pasado. Para ello, han vuelto a contar con la colaboración de Antonio Najarro y han elegido una danza española: Orobroy y Puerta del Sol. Es aquí donde Kirill Khaliavin se suelta con el zapateado y demuestra que está más que preparado para bailar la música típica del país para el que patina. A mí por lo menos me parece un ejercicio precioso.
Si algunos consideran apropiación cultural que el flamenco lo canten payos catalanes, no quiero ni pensar qué no llamarán a bailar flamenco y danza española en el hielo en vez de en un tablao, con patines en vez de con tacones y además, que lo haga un ruso nacionalizado español. Que lo llamen como quieran, yo lo llamo preciosidad. Si esto es apropiación cultural, viva la apropiación cultural. Ojalá queden bien alto Sara y Kirill en estos europeos, porque su forma de patinar no puede ser más bonita. Y en palabras de una servidora, que no es gitana pero sí andaluza, olé.
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