20 Dic Igor Paskual: «Me gustan tantas cosas que cuando escribo, procuro juntarlas y no separarlas»
El compositor y guitarrista de Loquillo reflexiona en sus dos libros, El arte de mentir y Rugidos de gato, acerca de distintas temáticas que le interesan, entre ellas, el deporte
Igor Paskual es un talento extraordinario con el que el rock español tiene la suerte de contar entre sus nombres. Licenciado en Historia del Arte, guitarrista de Loquillo, cantante en solitario (antiguo vocalista de la banda asturiana Babylon Chàt), columnista de El Comercio, redactor en Revista Líbero, bloguero en Marca y autor de dos libros: El arte de mentir (Difácil, 2012), donde relata sus vivencias como roquero mezcladas con reflexiones de otras temáticas como el deporte, el arte o la religión y Rugidos de gato (Efe Eme, 2014) compuesto por una serie de columnas que publica semanalmente en El Comercio. Si hay algo en lo que Igor Paskual coincide con la filosofía de CR es que él es partidario de la interacción entre mundos que aparentemente no tienen relación alguna. Así son también sus libros, por lo que dar a conocer tanto a este autor como a sus obras en la sección de Literatura Deportiva era una cita casi obligada.
Pregunta: Ni El arte de mentir ni Rugidos de gato son libros deportivos, pero en ellos hay muchas menciones al deporte. ¿Cómo consigues mezclar el deporte y el arte con el rock y que todo tenga una coherencia?
Respuesta: Tenemos una tendencia en la vida moderna de separar en compartimentos estándar. Yo tengo la buena y la mala suerte de que me gustan muchas cosas mucho y llega un momento en el que detesto tener que separarlas. Cuando hago crónica deportiva, siempre la comparo con lo que sé: la música. Sin embargo, veo funcionamiento de equipos y tragedias del fútbol en la música. En el arte puede haber economía, en la economía puede haber arte, etc. Las disciplinas están mucho más interrelacionadas entre sí de lo que parece, por eso cuando escribo, procuro juntarlas en vez de separarlas.
P: En El arte de mentir confiesas sentir más admiración por los fondistas que por los velocistas. Cuando escribiste este capítulo, ¿se había producido ya el fenómeno Usain Bolt?
R: El libro lo saqué después. Bolt me causa admiración, pero el velocista que más me gustaba era Carl Lewis. Su estética me parecía muy bonita y su alias, El hijo del viento, algo maravilloso. En cuanto a los fondistas, los admiro porque pienso que en una carrera de largo recorrido pueden suceder muchísimas cosas y tienen un punto más de tragedia: te puedes venir abajo y te puedes venir arriba. Entran en juego la estrategia y la fortaleza mental para que la carrera sea rápida o lenta. En velocidad, las carreras no son ni rápidas ni lentas: son lo que ves. No hay lugar a la duda ni que al cerebro entre. Quizá admire más a los fondistas que a los velocistas porque me gustan más las carreras largas en los artistas que aquellos que solo tienen una canción buena.
«Quizá admire más a los fondistas que a los velocistas porque me gustan más las carreras largas en los artistas que aquellos que solo tienen una canción buena»
P: Te confiesas seguidor del Sporting de Gijón y de la Real Sociedad. Cuando se enfrentan ambos equipos, ¿eres de los que sufren o sales siempre contento independientemente del resultado?
R: Si lo veo en televisión, suelo ir con el que más necesita los puntos. Si lo veo en el campo, incluso en El Molinón, no sé por qué pero siempre voy con la Real Sociedad. Supongo que me pasa eso porque la Real es mi equipo de pequeño (soy donostiarra de nacimiento aunque llevo viviendo en Asturias desde los seis o siete años). En el estadio sufro muchísimo, de hecho, a veces me pregunto para qué coño voy. No disfruto. Aunque este año la Real Sociedad está jugando muy bien, tengo la desgracia de ser de equipos pequeños, los cuales producen muy pocas satisfacciones a lo largo de la temporada.
P: Dentro de Rugidos de gato, escribes a la memoria de Luis Aragonés. ¿Qué recuerdos te trae la Eurocopa 2008?
R: Escribo sobre un tipo que me pareció muy inteligente en el sentido de que precisamente él, como entrenador, no siempre representó el fútbol más honesto sino más bien chusquero, todo lo contrario a la selección que montó. Realmente, el hallazgo de todos esos centrocampistas jugones que acabaron siendo la seña de identidad de Aragonés es casual. De la Eurocopa 2008 tengo unos recuerdos maravillosos. Para todos los que son de mi generación, el hecho de ver ganar un país como España, siempre con tanto complejo de inferioridad, fue algo muy bonito. Me encantó la inteligencia que tuvo Luis Aragonés para saber adaptarse a las circunstancias que se le presentaron. Me pareció un acto muy generoso por su parte. Luego después, con el Mundial casi me da un infarto.
«Para todos los que son de mi generación, el hecho de ver ganar un país como España, siempre con tanto complejo de inferioridad, fue algo muy bonito»
P: Además de tus dos libros, tu tesina también habla del deporte rey: Ágoras o catedrales: Los estadios de fútbol como elementos de interacción social en las ciudades del Arco Atlántico. ¿Qué te llevó a hacerla de esta temática?
R: Yo no acabé la carrera e hice los cursos de doctorado inmediatamente, sino que los hice más tarde. Y cuando pasas cierta edad, dices: «Voy a hacer algo con lo que realmente disfrute». En aquel momento estaba muy metido en el mundo del fútbol y me encantaba. Me apetecía relacionar el mundo del arte con el mundo del fútbol y los estadios son el aparato físico que tiene el fútbol. Estaba mirando hacer cosas de música, pero la música ya la tenía muy trillada. Lo difícil fue encontrar a alguien que me quisiera dirigir la tesina ya que en el Departamento de Arte no había nadie que supiera del asunto. Tuve la suerte de encontrarme con Ana Fernández, que había sido mi profesora de Teoría del Arte hacía muchísimos años, y lo disfruté un montón. Es un asunto que da mucho de sí.
P: Como buen amante del fútbol, ¿qué aspectos estéticos, culturales y artísticos tienen para ti el deporte rey?
R: Culturales todos, porque el fútbol es uno de los pocos sitios que nos quedan para la épica moderna, lo que en otros tiempos eran las tragedias o las guerras homéricas. Es el único sitio que la sociedad occidental tenemos para la epopeya. El fútbol tiene un espacio para la justicia poética y al mismo tiempo, es muy injusto y eso es lo hace tan cercano a la vida. Me parece muy interesante y no solo en lo estético, que lo es, sino también en un plano moral: qué es lo que das al equipo, qué es lo que el equipo te da a ti y cómo esas cosas van fluctuando. Estéticamente, he disfrutado con el Barcelona de Guardiola y con el Liverpool de Benítez, que era como mover una legión romana. No tiene nada que ver con ese Barça fantástico, pero igual era una pasión verlos. También había mucha belleza en esa manera tan marcial de entender el fútbol. Además, dentro del fútbol puedes ver de todo: poesía, economía, disciplina, anarquía… De hecho, cuando comento los partidos del Sporting en El Comercio, prácticamente de fútbol no hablo casi nunca pero al mismo tiempo, estoy hablando de fútbol todo el rato. Esa es la grandeza de este deporte y de otros también: no solo es exclusivo del balompié.
«El fútbol es muy injusto y eso es lo que lo hace tan cercano a la vida»
P: Tienes un blog en la web de Marca titulado Hierba Mojada. ¿Cómo surgió la idea de colaborar allí?
R: Me lo ofrecieron gente muy cercana a Marca porque habían leído artículos que escribía para El Comercio de cara al Mundial 2014. Ya no es solo hablar del Sporting y es muy interesante escribir ahí porque Marca tiene un poder de difusión absolutamente extraordinario. La revista con la que yo me siento identificado es Líbero. Allí hablo como para un grupo de amigos y sé que todo el mundo me va a entender porque compartimos la misma filosofía de ver el fútbol. El reto de escribir en Marca es que escribes para gente que a priori no tiene nada que ver contigo, por lo que puedo plantear aspectos deportivos de una manera muy distinta a como están acostumbrados a que se trate en Marca. Por otra parte, es complicado porque se trata de un periódico que obviamente está muy ligado al Real Madrid y cualquier crítica al funcionamiento o al gran operativo casi imperial que tiene el club siempre es visto con suspicacia, pero a la vez, me permite alcanzar una audiencia que no piensa como yo, que es lo más interesante. Si voy a un festival de rock a tocar, sé que todo el mundo va a compartir mis códigos. La rareza sería que yo hiciese triunfar mis canciones dentro de un público como el de Los 40 principales. En Hierba Mojada escribo esporádicamente, pero me gusta mucho.
P: Tanto en Rugidos de gato como en Hierba Mojada apoyas claramente tanto al deporte femenino como a una imagen digna de la mujer dentro del periodismo deportivo. Dentro de tus valores de igualdad, ¿de qué manera te han influido tu educación, las groupies que mencionas en El arte de mentir y el lado femenino de Babylon Chàt?
R: Mucho. Mi relación con el feminismo ya la tenía de pequeño de forma intuitiva. Mi padre es lo menos machista del mundo. Tengo tres hijos, todos varones, y ahora con el mayor estamos viviendo cosas bastante duras. Es un chico al que le gusta pintarse las uñas, siempre ha ido con zapatillas rosas y juega con muñecas y con niñas. En casa ha hecho siempre lo que quiere sin problemas (yo con Babylon Chàt he salido a tocar maquilladísimo). Ahora en el colegio, vemos cómo mucha gente empieza a reírse de él y a gastarle bromas pesadas. Estamos viviendo con él ese tipo de cosas simplemente por gustos. No me hace falta tener hijas para ser feminista, de hecho, tengo amigos que tienen niñas y son totalmente machistas. A mí me ha influido la manera de estar en el mundo: he crecido en un barrio y ha habido algo que nunca me ha gustado nada del entorno masculino, que es el uso de la violencia para todo, incluso entre amigos. No hablo de violencia de género ni de peleas, sino del hecho de emplear la fuerza para todo. Respecto a las groupies, siempre he tenido una relación ambivalente en el sentido de que soy consciente de que ellas están ahí porque ocupas una posición de poder, en mi caso, en el escenario. Por otro lado, ha sido siempre una experiencia muy gratificante porque he tenido la suerte de encontrarme con gente muy guay que me ha enriquecido. Son momentos muy placenteros no solo en el aspecto sexual, sino también por haberme topado con gente increíble.
«No me hace falta tener hijas para ser feminista»
P: ¿Qué opinas de la actual imagen de la mujer en el periodismo deportivo? Si por ti fuera, ¿cómo lo arreglarías?
R: Sinceramente, no haría separación porque en el mal llamado periodismo deportivo, todo el mundo está de adorno. Tú pones a cualquier tipo de estos en la barra de un bar y sería exactamente lo mismo. Quitando cuatro redactores buenos, el resto es una basura: gente pegando voces diciendo obviedades y gilipolleces que no aportan nada y no hacen más que meter ruido. Yo me los cargaba a todos. No me gusta nada este carril que está tomando el periodismo deportivo, pero ni en mujer ni en hombre. Ellos peor, porque dan el doble de voces y escuchan menos. Las mujeres son un poco más comedidas en sus opiniones y no comentan todo el rato con la camiseta puesta.
P: En tu videoclip Chica de gama alta, aparece uno de los entrenadores más queridos de España, Manolo Preciado. ¿Qué se siente al transformarse en él aunque sea solo en la ficción?
R: Fue uno de los momentos gloriosos de mi vida. Manolo Preciado tiene una estatua en Gijón al lado de El Molinón que dice: «Manolo Preciado, una persona que hizo feliz a la gente». Eso es Manolo Preciado. Seguramente no sea el entrenador técnicamente mejor preparado que haya pasado por la Liga, ni siquiera por el Sporting, pero era una persona que hacía feliz a la gente. Manolo caminaba por la calle y desprendía una especie de luz, de aura. Tácticamente, apenas trabajaba aspectos interesantes, pero los jugadores estaban convencidos de que se podían hacer cosas guays. En Gijón es muy querido. Yo cuando lo conocí fue encantador. Lo curioso es que fuera así habiendo tenido una vida bastante trágica: se le habían muerto su mujer y su hijo. Aún así, estaba constantemente sonriendo. A mí me impresionó que una persona que había sufrido tanto estuviese tan entera. Falleció al poco de grabar mi videoclip. Yo estaba en Argentina de gira con Equilibrio Inestable y cuando me enteré, iba a tocar a Mar de Plata. Me pasé todo el concierto llorando. Fue horrible, no me lo podía creer. Yo no era amigo suyo, lo conocía pero no éramos íntimos. Todo Gijón sintió que había perdido a alguien de su familia. Eso es muy difícil. Tenerlo en mi videoclip fue un lujo, una de esas cosas que tengo que agradecer al rock: ¡Dios mío, mira esto que me llevo!
«Tener a Manolo Preciado en mi videoclip fue una de esas cosas que tengo que agradecer al rock»
P: Tú mezclas el fútbol con el rock. ¿Qué te parece la combinación de Córner-Rítmica de mezclar el fútbol con los deportes artísticos?
R: Me parece muy bien: cuanto menos encorsetado esté algo, mejor. Me gusta moverme siempre en la frontera, lo cual es un impedimento, sobre todo, ahora que queremos etiquetas fáciles. A mí me encanta que sea todo mezclado porque mi propia vida ha sido así: Nací en Euskadi. Soy vasco pero a la vez, asturiano. No soy ninguna de las dos y a la vez, las dos. Me considero crítico de fútbol pero a la vez, músico. Soy guitarrista para Loquillo pero también soy vocalista de mi propio proyecto. No se sabe si soy músico al servicio de o un tipo con identidad propia y a mí esas cosas me encantan. Una web como esta donde todas las cosas van interrelacionadas, me echas un poco a mi medida. Me resulta bastante interesante porque es la única manera que tenemos de enriquecernos: que las disciplinas se polinicen unas con otras. Enhorabuena y a seguir.
Vero Boquete, la bailarina creyente del 'Dios mediocentro' - Córner-Rítmica
Posted at 15:50h, 21 mayo[…] a CR que las disciplinas están mucho más interrelacionadas de lo que parece, por lo que él odia tener que separarlas a la hora de escribir. En realidad, Igor no solo combina sus aficiones en sus escritos, sino también en el resto de sus […]