Paco Jémez ni es el problema ni es la solución del Granada

Isabel Arroyo Sauces

El Granada ha hecho pública esta mañana de manera oficial mediante un comunicado la destitución de Paco Jémez como entrenador del primer equipo. Como era de esperar, la institución nazarí se ha basado en los malos resultados que han cosechado sus hombres desde el inicio de Liga: cero victorias en seis partidos, hechos que lo relevan al penúltimo puesto de la tabla de clasificación, solamente por delante de Osasuna.  El club andaluz no ha querido esperar más y mientras el banquillo rojiblanco encuentra a su dueño oficial, provisionalmente se sentará al mando el técnico del Granada B, Lluis Planagumà.

Con Jémez o sin Jémez, la vida sigue igual para el equipo de la ciudad de la Alhambra. Desde que subió a Primera en 2011, el Granada siempre se ha salvado por los pelos. Solamente una vez, en la temporada 2013/2014, los andaluces no pisaron los puestos de descenso durante todo el curso, mas aún así, no tuvieron la permanencia asegurada hasta el último momento. Sin duda, el conjunto nazarí no es un equipo apto para cardíacos.

Nadie puede negar que en los últimos años, el Granada ha contado con entrenadores muy experimentados, como Lucas Alcaraz, Abel Resino o Joaquín Caparrós entre otros tantos, así que Paco Jémez es solo uno más. Uno más que no puede hacer milagros si los jugadores no muestran estar al nivel, uno más que es incapaz de convertir el agua en vino.

Distintas redes sociales y medios de comunicación lanzan la misma pregunta a sus usuarios y lectores: ¿Acierta el Granada con la destitución de Paco Jémez: sí o no? CR no va a participar en ninguna encuesta porque la opinión de este medio está muy clara: ni sí ni no. Paco Jémez ni es el problema ni es la solución del Granada. Quizá sea cierto que no haya encajado demasiado bien en el equipo, sí, pero si la entidad no organiza una mejor gestión deportiva, si no se hacen fichajes buenos o, al menos, decentes y si los jugadores que saltan al campo no le ponen más ganas, ya pueda bajar del Cielo el Luis Aragonés que alcanzó la Eurocopa con España o fichar al Pep Guardiola que ganó el sextete con el Barça que el problema de los malos resultados va a seguir estando ahí.

Hasta ahora, el Granada no ha tenido que enfrentarse en lo que llevamos de temporada ni al Real Madrid ni al Barcelona, ni siquiera al Atlético de Madrid, al Sevilla o al Valencia. Los dos equipos más fuertes a los que se ha medido son el Villarreal (con el que, por cierto, empató) y el Athletic de Bilbao. Los demás han sido Las Palmas, Eibar, Betis y Alavés, conjuntos que a priori son accesibles para los nazaríes y contra los que tienen que sacar lo mejor de sí mismos si al final de temporada no quieren lamentar el descenso. El curso pasado, muchos fueron los que se llevaron las manos a la cabeza cuando Abelardo Fernández reservó a los mejores del Sporting de Gijón ante el Barcelona para tenerlos a punto frente al Betis, según él, porque «ahí estaba la Liga». Finalmente, los asturianos se salvaron, quién sabe si por las decisiones sensatas de su entrenador, quién sabe si por el coraje que echaron sus jugadores, quién sabe si por las dos cosas juntas.

El Granada siempre se salva. Por los pelos, pero se salva. Sin embargo, quien juega con fuego acaba quemándose y quién sabe si este año será cuando a los nazaríes les toque arder. Para no caer en los infiernos, tanto la directiva como el cuerpo técnico como los jugadores tienen que empezar a poner pie en pared. Y aunque ahora no parezca que haya luz al final del túnel, todavía están a tiempo de verla.

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