27 Ago Oksana Kóstina, el sueño olímpico frustrado que se llevó la carretera
Kóstina soñaba con competir en Atlanta 96, pero tres años antes, perdió la vida en un accidente de tráfico debido a que su novio conducía bajo los efectos del alcohol
Isabel Arroyo Sauces
Se acerca el final de las vacaciones y con él, los atascos y las restricciones con la operación retorno de la Dirección General de Tráfico. Cuando alguien sale a la carretera, todas las precauciones y recordatorios son pocos: ponerse el cinturón, respetar los límites de velocidad, no beber alcohol, etc. Desde Ravelo, queremos añadir lo más importante: las vidas humanas están en juego y cualquier temeridad puede llevárselas para siempre. Así fue el caso de Oksana Kóstina, una gran gimnasta que nunca llegó a ser olímpica.
Oksana Kóstina, la gran gimnasta que se perdieron los Juegos Olímpicos
Oksana Kóstina era una de las mejores gimnastas de su país, la entonces Unión Soviética. En su palmarés tenía, por ejemplo, el haber sido campeona del Mundo y plata en pelota en Sarajevo 89 o la medalla de oro por equipos en el Mundial de Atenas 91 (siempre en individual. En conjunto en estos últimos mundiales, el oro lo ganó España). Sin embargo, era tan alto el nivel que era muy difícil pelear por las dos únicas plazas adjudicadas a cada delegación para los Juegos Olímpicos. Kóstina era muy buena, pero siempre permaneció bajo la sombra de sus compañeras y a la vez, rivales en la selección: las ucranianas Alexandra Timoshenko y Oksana Skaldina.
Para empezar a ganarse el puesto, había que hacer un buen papel en la competición previa a Barcelona 92, es decir, el Campeonato de Europa. En Los Europeos de Stuttgart, Oksana Kóstina obtuvo en la preliminar hasta cuatro dieces, pero un error en la final le hizo perder el oro y se tuvo que conformar con la medalla de bronce. Su consuelo fue conseguir tres oros en las finales por aparatos y quedar por encima de Skaldina. Sin embargo, la seleccionadora nacional, Irina Deriugina, optó por llevar a las dos ucranianas a los Juegos dejando así a Kóstina fuera de la convocatoria. Aún así, la gimnasta rusa acudió a Barcelona con su entrenadora por si había un cambio de última hora, pero se quedó sin competir. Alexandra Timoshenko y Oksana Skaldina fueron las que defendieron la bandera del Equipo Unificado, es decir, el conjunto de equipos que comprendían las repúblicas de la antigua Unión Soviética a excepción de los países bálticos.
Ante la frustración de no haber podido competir en los Juegos Olímpicos, el único consuelo que le quedaba a Oksana Kóstina era darlo todo en el Mundial, que en 1992 se celebraba en Bruselas. Allí logró el pleno de oros: concurso completo, cuerda, pelota, mazas y aro. Con este palmarés, con sus mayores rivales ya retiradas y con la Unión Soviética ya disuelta, la rusa soñaba con ser olímpica en Atlanta, pero su sueño nunca se hizo realidad. Ni siquiera tuvo la oportunidad para luchar por ello.
Una muerte más en la carretera por culpa del alcohol
Era 11 de febrero de 1993. El entonces novio de Oksana Kóstina, el pentatleta Eduard Zenokva, acababa de regresar a Rusia después de un campeonato en Australia. En el aeropuerto lo estaban esperando su pareja y dos personas más. Al principio del trayecto, conducía el amigo de Eduard, pero se salió antes del coche y fue cuando Zenokva tomó las riendas del volante. Un despiste le llevó a salirse al carril contrario y de ahí, a chocar con un camión. Ya en el hospital, Oksana Kóstina llegó con lesiones internas muy graves y los médicos no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Tenía solo 20 años y en abril habría cumplido los 21.
Por su parte, a Eduard Zenokva tuvieron que extirparle un riñón, pero aún así, sobrevivió. Las pruebas de alcoholemia que le hicieron dieron fe de que el atleta iba borracho al volante, a pesar de que Zenokva afirmó que no había tomado nada de alcohol desde 15 horas antes de coger el coche.
Después del accidente, el pentatleta dejó la competición, pero volvió a retomarla y consiguió la medalla de plata en Atlanta 96 después de haber sufrido una caída a pocos metros de la meta cuando iba primero. Por otra parte, Eduard Zenokva siguió ligado a la gimnasia rítmica ya que años después, contraería matrimonio con Irina Zenokva, coreógrafa del equipo nacional ruso.
Lo que nunca fue y lo que pudo haber sido
Tras la frustración de Oksana Kóstina por no haber participado en los Juegos Olímpicos de Barcelona, su mayor empeño fue prepararse para ser olímpica en Atlanta. Durante el ciclo olímpico, la rusa estaba en su mejor momento y cualidades no le faltaban: elegancia, expresividad, innovacción…
¿Qué se habría encontrado Kóstina en Atlanta 96? Para empezar, habría tenido la ventaja respecto a Barcelona de que se encontraría con menos rivales en la selección ya que cada antigua república socialista soviética competía por su lado y a la vez, el inconveniente de que Rusia sigue siendo un país muy grande y muy potente a nivel de gimnasia rítmica, por tanto, su plaza en los Juegos Olímpicos tampoco estaría asegurada. Tendría que haber peleado por un puesto, entre otras tantas, contra Yanina Batyrshina, la cual fue medalla de plata.
Por otra parte, Oksana Kóstina habría tenido 24 años en Atlanta 96, edad que para la gimnasia rítmica ya se considera mayor y más, en unos tiempos donde la retirada apenas llegaba a los 18. Siempre ha sido muy difícil completar dos ciclos olímpicos en este deporte, pero aún así, había quien lo hacía. Ejemplo de ello fue la búlgara María Petrova, una de las mejores gimnastas de la historia que en Barcelona 92 no pudo subir al podio por una rotura de la cremallera en el maillot (accidente que penaliza el código) y en Atlanta volvió a repetir el quinto puesto. Kóstina habría coincidido con ella, aparte de coincidir también con otras gimnastas que posteriormente pasaron a ser leyenda, como las ucranianas Yekaterina Serebryanskaya y Elena Vitrichenko o Almudena Cid, una gimnasta de 16 años en aquel momento que se empeñó en demostrar que la gimnasia rítmica no es solo un deporte de niñas y lo consiguió. 24 años tenía ella en sus terceros Juegos Olímpicos, los de Atenas 2004, y quedó octava. Una buena forma de demostrar que si Oksana Kóstina no hubiese tenido ese trágico final, perfectamente podría haber sacado a relucir todo su talento a esa edad en Atlanta 96.
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