07 Feb Marisa Mateo: «Aunque otros lo intenten, el duende lo tenemos nosotros»
La coreógrafa mallorquina fue una de las «culpables» de que el conjunto español de gimnasia rítmica ganase la medalla de oro en Atlanta 96
Isabel Arroyo Sauces
España puede presumir de haber sido la primera campeona olímpica de la historia en cuanto a conjunto de gimnasia rítmica se refiere. Fue en Atlanta 96 con aquellas gimnastas que se ganaron el apodo de las Niñas de Oro. Ellas fueron las caras visibles de esta hazaña, pero detrás de Estela Giménez, Estíbaliz Martínez, Marta Baldó, Nuria Cabanillas, Lorena Guréndez y Tania Lamarca estaba todo un cuerpo técnico que las preparó para subir a lo más alto del podio. Marisa Mateo formaba parte de él.
Marisa Mateo fue coreógrafa de la RFEG cuando España se proclamó campeona olímpica en 1996
La coreógrafa mallorquina estuvo trabajando para la selección nacional de gimnasia rítmica desde 1994 hasta 1998. Ya en 2000, pasó a trabajar exclusivamente con Almudena Cid cuando esta entrenaba en Vitoria, antes de mudarse definitivamente al CAR de Barcelona. En la actualidad, Marisa Mateo es la jefa de estudios del Conservatorio Profesional de Danza Carmen Amaya, al cual accedió por oposición. Hace años que no trabaja para la federación, pero aún así, siguen llamándola para algunas concentraciones del equipo. Cómo no, Marisa recuerda con cariño aquella época, sigue en contacto con sus niñas y ha querido compartir con Ravelo parte de su pasado y de su presente.
Pregunta: Para meter dentro de contexto a los lectores de Ravelo, ¿podría explicar por qué el ballet es tan importante en la gimnasia rítmica?
Respuesta: Gran parte de la preparación de la gimnasta viene del ballet, pero no solo de la preparación, sino de los elementos que llevan al tapiz, a las coreografías: colocación corporal, ejes, equilibrios, giros, saltos… La base de todo ese trabajo es la danza clásica.
«Mi trabajo con la selección se desarrollaba en el tapiz»
P: ¿En qué consistía su trabajo con la selección?
R: Principalmente, impartir la clase de ballet. Eso se producía según la etapa en la que estuviéramos: Si era un periodo olímpico o no, podía ser una sesión por la mañana a primera hora siempre. A veces, hora y media; a veces, dos horas; a veces, una hora y cuarto. Luego por la tarde, después de comer, solía haber otra sesión mucho más corta porque ya era solamente un poco de calentamiento para afrontar el trabajo de por la tarde. Además de esa clase, se trabajaban todos los elementos de la danza más algunos de la gimnasia. Mi trabajo se desarrollaba en el tapiz, es decir, todos aquellos elementos de giro, saltos y equilibrios que había dentro de los propios ejercicios se trabajaban aparte individualmente conmigo.
«Cuando yo llegué al equipo, se trabajaba muy a gusto y ya se iba viendo que las cosas podían funcionar»
P: Mientras trabajaba con las gimnastas, ¿tuvo alguna vez el presentimiento de que esas niñas serían campeonas olímpicas?
R: Yo entré después del Mundial de París 94. A partir de ahí, empezó a haber muy buenos resultados. Cuando yo llegué al equipo, había una dinámica de trabajo muy buena. Se trabajaba muy bien en equipo: las gimnastas trabajaban muy bien, el cuerpo técnico trabajábamos muy bien, muy a gusto… Ya se iba viendo que las cosas podían funcionar. Además, estuvimos en Viena y ya trajimos medallas, en Praga también trajimos medallas… El equipo estaba muy bien preparado y subía al podio en competiciones internacionales. Siempre éramos alguna medalla, pero claro, la olimpiada son palabras mayores. Uno va diciendo que el trabajo está muy bien hecho y que tenemos posibilidades, pero no te quieres ilusionar. Yo creo que, en el fuero interno, pensábamos que algo nos podíamos traer, aunque no lo decíamos. Lo que realmente nos sorprendió a todos fue que nos trajésemos el oro de Atlanta.
«Siempre éramos alguna medalla, pero claro, la olimpiada son palabras mayores»
P: ¿Cómo celebró aquella medalla de oro?
R: Allí mismo en Atlanta, no sé describir las emociones porque estaban a flor de piel: ver a las gimnastas subir al podio, Tania llorando (la hemos visto en todas las televisiones y en toda la prensa), esas niñas que todo su trabajo y esfuerzo se veía recompensado y el nuestro también como técnicos… La alegría fue máxima, pero yo creo que lo fuimos asimilando, sobre todo, con el tiempo: cuando llegamos a Madrid, los recibimientos que tuvimos… Esto fue en agosto. Llegamos y luego ya cogimos vacaciones. Cada uno se fue a su ciudad o a su pueblo: Yo soy de Mallorca; Nuria, de Badajoz, Esti, Tania y Lorena, de Vitoria… Los recibimientos que tuvimos por parte de la gente que te esperaba en los aeropuertos… Pero bueno, ¿esto qué es? Lo fuimos asimilando y celebrando en pequeñas dosis. En ese momento, estás en éxtasis.
«El oro lo fuimos asimilando y celebrando en pequeñas dosis. En ese momento, estás en éxtasis»
P: Las dos veces que ha subido España al podio olímpico lo ha hecho con el ejercicio de cinco aros y cinco cintas respectivamente rindiendo homenaje al país anfitrión y con el ejercicio mixto con aire español. ¿Casualidad o es un método efectivo?
R: No sé qué decir porque en los últimos años, no he estado. Cuando salí de la gimnasia, volví a mi mundo, de oposiciones… Trabajo como jefa de estudios del Conservatorio Profesional de Danza Carmen Amaya y hubo un periodo en el que me centré mucho en la danza. Luego volví a retomar el contacto con la gimnasia rítmica y fue más o menos con el ‘Equipaso’. Empecé otra vez con Sara Bayón de entrenadora, que fue gimnasta cuando yo estaba todavía en el equipo. Estuve con ella y con el resto del equipo en el Mundial de Sevilla 98. Volví a ver a Sara, volví a ir por ahí, fui a ver controles… No sé si lo hicieron adrede o fue casualidad, pero creo que Sara Bayón y Anna Baranova sabían muy bien lo que estaban haciendo y el equipo de gimnastas que tenían. Además, fue 20 años después justo. Fue una alegría inmensa decir: «Por fin estamos otra vez».
«Sara Bayón y Anna Baranova sabían muy bien lo que estaban haciendo y el equipo de gimnastas que tenían»
P: Dentro de la gimnasia rítmica, siempre quedará el eterno debate sobre si es deporte o arte. ¿De qué lado está usted?
R: Evidentemente, yo tengo que estar del lado de que es un deporte artístico. El elemento arte en la gimnasia rítmica no puede faltar porque si no, perdería su esencia y todas sus raíces.
«El elemento arte en la gimnasia rítmica no puede faltar porque si no, perdería su esencia y todas sus raíces»
P: En la actualidad, trabaja como profesora de ballet en el Conservatorio Profesional de Danza Carmen Amaya. ¿Qué diferencia hay entre trabajar con gimnastas y trabajar con bailarinas?
R: La técnica es la misma: la colocación, el tipo de ejercicios… Al final, eso es la base y la base no puede variar. En la gimnasia, el trabajo tiene que estar aplicado a la gimnasia, es decir, la protagonista es la gimnasia y el ballet clásico lo que hace es apoyar todo ese trabajo. Aquí en la danza, evidentemente, la diferencia es justo esa: lo que estamos formando en un conservatorio son los futuros profesionales de la danza. El trabajo es más lento, más progresivo y la danza es la protagonista. Ahí está justo la diferencia.
«Almudena Cid trabaja un ballet muy exquisito»
P: ¿Qué gimnastas, ya sean de la actualidad o del pasado, son las que mejor manejan la danza en su opinión?
R: Almudena trabaja un ballet muy puro, muy exquisito. No solamente en la época en la que estuvo conmigo, sino que a partir de ahí, también ha estado trabajando con mucha calidad en la danza. Tampoco me apetece dar nombres, pero qué duda cabe que las rusas han trabajado siempre también un ballet muy exquisito. Rusia y la danza van de la mano. No me quiero centrar en la danza clásica, que es la que les da la base y la formación técnica. Luego tenemos ese punto de la danza española, de ese aire español que en las coreografías sí que nos diferencia a nosotros. Porque aunque otros lo intenten, al final, el duende lo tenemos nosotros.
«El aire español es lo que nos diferencia en las coreografías a nosotros»
P: ¿Conocen sus alumnas bailarinas la historia de la que usted formó parte en Atlanta 96?
R: No lo voy pregonando. Yo aquí hago mi trabajo y ya está, pero sí que es verdad que, al final, como la información está al alcance de todos, la mayoría lo sabe y me ha preguntado. Entonces, ya he aprovechado para contárselo. Algunas veces, sí que yo misma he sacado el tema porque hay muchos elementos de la gimnasia, de la implicación y de los valores que me han venido muy bien para contarles a mis alumnos de danza un poco de lo que se espera, de lo que hay que hacer. Entonces, no te
«Hay muchos elementos de la gimnasia, de la implicación y de los valores que me han venido muy bien para contarles a mis alumnos de danza»
queda más remedio que decirles y contarles un poco. Aquí en el conservatorio, las enseñanzas elementales van de ocho a doce años. No se puede entrar antes de los ocho. Luego, en una segunda fase, que es la de profesional, están de 12 a 18 años y terminan con la titulación profesional de aquí. Me resulta curioso porque este año en concreto, uno de los grupos que tengo son los pequeños, los de ocho años. Muchas de esas niñas han empezado en gimnasia rítmica y después las apuntan al conservatorio para cambiar de actividad. En este grupo, tengo tres que no paran de decirme: «Profe, profe, es que en gimnasia rítmica hacemos esto». Les contesto: «Que ya lo sé. Conozco la gimnasia rítmica». Y ellas: «Que no, que no. Es que nosotras hacemos esto y hacemos lo otro». Siempre con la gimnasia. «Sí, que lo sé, que lo conozco», y digo: «Si tú supieras…»
«Lo más gratificante de mi profesión es el día a día. Si además de todo eso, tenemos resultados, entonces es la bomba»
P: ¿Cuál es la parte más gratificante de su profesión?
R: No voy a decir los resultados porque para mí, realmente creo que lo más gratificante es el día a día. Mi despacho está ordenado porque esto son un montón de papeles. Yo disfruto cuando estoy dentro del aula, que para mí, salir de aquí (del despacho) es mi trabajo. Cuando estoy en el aula, estoy en todo lo que me enseñan los alumnos y las gimnastas, porque todavía hago colaboraciones con alguna federación. Ese día a día, ese que te han entendido una cosa mínima y dices: «¡Ay! Eso es suyo y es mío, es un trabajo en común». A mí lo que me gusta en esta profesión es eso. Si además de todo eso, tenemos resultados, entonces es la bomba.
Nota: Todo nuestro agradecimiento al Conservatorio Profesional de Danza Carmen Amaya porque sin sus profesionales, no habría sido posible esta entrevista. Gracias de corazón.
No hay comentarios