Las Niñas de Oro en el podio de Atlanta 96, otro momento esencial para nuestro particular "Cachitos": Agencias.

Gimnasia rítmica vs. Universidad: la frustración de la falta de reconocimiento

Tanto si compites en gimnasia rítmica como si estudias una carrera universitaria, corres un riesgo del cual todos se lavan las manos

Isabel Arroyo Sauces

El conjunto español en Atlanta 96 con el ejercicio de cinco aros: RTVE.

El conjunto español en Atlanta 96 con el ejercicio de cinco aros: RTVE.

La gimnasia rítmica es uno de los deportes más estéticos y espectaculares a la vista así como uno de los más sacrificados y de mayor dificultad a la hora de practicar. Si todo esto fuera lo principal a tener en cuenta, la gimnasia rítmica debería ser uno de los deportes con más reconocimiento mediática y económicamente hablando. Sin embargo, cualquier campeona o subcampeona olímpica sale todos los días a comprar el pan sin que la gente de a pie de calle (excepto sus allegados y los más fanáticos) sepa que esta persona en su casa tiene guardada una medalla que consiguió en unos Juegos Olímpicos. Lo mismo ocurre en la cola del paro: Muchos jóvenes y no tan jóvenes siguen esperando pacientemente su primer empleo sin que el mercado laboral tenga en cuenta la cantidad de años que se han tirado estudiando en la Universidad sin levantar cabeza. El telediario informa cada principio de mes que durante el mes anterior, el paro bajó en un tanto por ciento, pero siempre en el sector de la hostelería: nunca en ingeniería, traducción, periodismo, filología, ciencias de la salud, etc. Teniendo en cuenta ambos casos: ¿Qué hay de cierto en ese refrán que dice que «quien siembra buena semilla, buen fruto recoge»?

 

Una gran mentira inculcada desde la infancia

Los niños entran en la escuela a la edad de tres años para aprender. Conforme van creciendo, muchos de estos niños reconocen que no les gusta el colegio y no quieren hacer los deberes, pero acaban cediendo porque sus madres y profesores les dicen que hay que hacerlos, que no tienen más remedio que hacerlos. Los mayores les prometen que si estudian mucho y sacan buenas notas, acabarán llegando muy alto y siendo alguien muy importante en la vida. Estos críos les hacen caso y consiguen llegar a la Universidad, lugar sacrificado pero también el lugar donde los jóvenes entran pensando que este será el primer paso para una futura vida acomodada. Luego acaban de estudiar y se enfrentan a una realidad a la que nadie les ha preparado, primero porque llevan toda la vida delante de unos apuntes y no saben hacer otra cosa más que estudiar y segundo, porque una vez terminan la formación universitaria, si te he visto, no me acuerdo. Entonces, descubren que los trabajos están llenos de intrusismo, trepas y enchufados. También descubren que aquellos compañeros suyos del colegio y del instituto que no han estudiado viven infinitamente mejor que ellos y si a ellos les surge algún trabajo, es más que probable que este no esté remunerado o que no esté dado de alta en la Seguridad Social. Luego para encontrar el trabajo con el que siempre soñaron, los de arriba ponen siempre la misma pega: «Sois muchos». Sí, son muchos, pero nadie se para a pensar el gasto tonto que está haciendo el Estado formando futuros profesionales para luego no sacarles provecho.

El caso de las Niñas de Oro

Las campeonas de Atlanta antes y después: Nuria Cabanillas-Documental "Las Niñas de Oro".

Las campeonas de Atlanta antes y después: Nuria Cabanillas-Documental «Las Niñas de Oro».

El 2 de agosto de 1996, España hizo historia. Atlanta 1996 fue la primera edición en la que la modalidad de conjuntos de gimnasia rítmica competía en unos Juegos Olímpicos y el escalón más alto del podio se vistió de rojigualda gracias al talento y al trabajo bien hecho de Nuria Cabanillas, Tania Lamarca, Lorena Guréndez, Estíbaliz Martínez, Marta Baldó y Estela Giménez. En aquel momento, todas ellas tenían entre 15 y 17 años y eran muy menuditas y delgaditas, entre otros tantos motivos, porque la entonces seleccionadora nacional, Emilia Boneva, les controlaba el peso todos los días. Este es tan solo un ejemplo de tantos sacrificios que tuvieron que hacer estas chicas para conseguir esta medalla, aparte de entrar en la selección con 14 años dejando atrás a la familia y renunciando a hacer cosas propias de la edad, como salir o comer chucherías. Según contaron las propias protagonistas en el documental Las Niñas de Oro, dirigido por Carlos Beltrán (2006), después de haber ganado la medalla, les correspondía un dinero que nunca se les pagó. También les prometieron que venderían muchas camisetas y se harían muy famosas, pero dicho reconocimiento nunca llegó. Lo peor de todo fue la hora de la retirada, pues todas ellas tuvieron que salir de una burbuja en la que habían vivido toda su vida sin que nadie las orientase para vivir en el mundo real. Todas estas experiencias, Tania Lamarca quiso reflejarlas años después de la mano de la periodista Cristina Gallo a través del libro Lágrimas por una medalla (Ediciones Temas de hoy, 2008). Según la propia gimnasta vitoriana, la intención de escribir este libro era «que no se volviera a repetir lo no tan bueno y sí valorar lo bueno» que dejó la gimnasia en su vida.

La suplencia de Maider Esparza

Maider Esparza en su época como gimnasta y en la actualidad: Maider Esparza.

Maider Esparza en su época como gimnasta y en la actualidad: Maider Esparza.

En el podio de Atlanta reciben la medalla de oro las seis chicas citadas anteriormente, pero Carlos Beltrán en el documental Las Niñas de Oro también quiso contar con una séptima componente: Maider Esparza. Según cuenta la ex gimnasta pamplonesa, ella había competido en el conjunto nacional como titular, pero pasó a ser suplente cediendo el puesto a Tania Lamarca después de un campeonato en el que no rindió al nivel que se esperaba de ella. Desde entonces, su labor consistía en aprenderse todos los ejercicios desde todas las posiciones por si alguna de las titulares se lesionaba. Sí, ella trabajó como la que más, pero su nombre no figuraba en el podio ya que para los Juegos Olímpicos solo podían estar convocadas seis gimnastas.

El caso de Maider Esparza podría compararse con el de tantos y tantos estudiantes que se esfuerzan para un examen pero luego suspenden o con el de tantas y tantas personas que llevan toda la vida sacrificándose y formándose y que ahora están en el paro viendo cómo su esfuerzo está siendo de todo menos recompensado. Maider, al menos, tuvo la oportunidad de poder viajar a Atlanta con sus compañeras y Carlos Beltrán tuvo el detalle de invitarla a participar en su documental para que tanto esfuerzo y sacrifico por parte de una niña sea valorado y no caiga en el olvido.

Medidas de transición para contactar con el mundo real

Cartel de una máster class impartida por Lourdes Mohedano: Ayuntamiento de Torremolinos.

Cartel de una máster class impartida por Lourdes Mohedano: Ayuntamiento de Torremolinos.

En el documental Las Niñas de Oro, Estela Giménez asegura que una medalla de oro olímpica en el currículum no sirve para encontrar un buen trabajo ni para ganar mucho dinero. Por otra parte, la ex gimnasta se lamenta de que a la hora de la retirada, nadie les diera una mínima orientación para enfrentarse al mundo real. Esto es algo en lo que el resto de sus compañeras están completamente de acuerdo. En una entrevista de Nuria Cabanillas para As en 2017, la ex deportista de Badajoz reconoce que su campus es «uno de los proyectos que me habría gustado tener a mí en mis años de gimnasta». En esta misma entrevista, Cabanillas asegura que en la actualidad, la etapa de transición de la alta competición a la vida real está más controlada. Ejemplo de ello son las exhibiciones, las conferencias y las Máster Class de gimnasia rítmica que imparten, por ejemplo, las componentes del ‘Equipaso’. Y es que las subcampeonas olímpicas de Río 2016 sacrificaron tanto su cuerpo para ganar una medalla en los Juegos Olímpicos que la mayoría de ellas tuvieron que pasar posteriormente por el quirófano. Aún así, siguen ligadas de un modo u otro a la gimnasia rítmica.

La retirada siempre es dura, pero siempre se agradece una orientación y un periodo de transición en el que los deportistas se puedan adaptar poco a poco a su nueva situación. En los tiempos de las Niñas de Oro, la retirada se hacía de forma radical, dejando abandonados a esos atletas que han luchado tanto por llevar el nombre del país a lo más alto. Es igual que cuando un estudiante universitario termina sus estudios y a la hora de encontrar trabajo, no encuentra apoyo ninguno. Muchos creerán que los cursos, los postgrados y los másteres equivaldrían a un periodo de transición, pero para nada: son solo un negocio más que solamente sirven para sacarles los cuartos a los padres de los estudiantes. Hay que aprovechar el talento de la población, no tirarlo a la basura. Si ganar una medalla en unos Juegos Olímpicos solo sirve para pasar del podio al olvido, probablemente a nadie le den ganas de entrenar y labrarse una carrera como deportista profesional. Si estudiar una carrera universitaria solo sirve para hacer cola en la oficina del paro, ya no es que a la gente se le quiten las ganas de ir a la Universidad, es que no van a querer ni ir al colegio. No reconocer los méritos de las personas sean de la índole que sean conlleva a la pereza y no hay que olvidar que la pereza es un pecado capital. Y un pecado capital no puede llevar a nada bueno en esta vida. Quedan avisados los de arriba.

@ravelodeporte

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