31 Jul Falsos influencers vs. ciclistas dopados: la rueda de la mentira
La trampa es como la droga: un sube y baja incontrolable
Isabel Arroyo Sauces
¿Qué es lo que aprecia en esta foto una persona que no está puesta ni en redes sociales ni en ciclismo? Básicamente, a una influencer celebrando que ha llegado a los 100.000 seguidores en Instagram y a un ciclista celebrando sus siete triunfos en el Tour de Francia. Victorias bonitas aparentemente, pero quien conoce ambas historias sabe que detrás de ellas hay tanta falsedad como en el postureo. O como en las sustancias prohibidas, en su defecto.
Detrás de los 100.000 seguidores de Almudena Ripamonti y de los siete Tours de Lance Armstrong hay la misma falsedad
Y es que para ser una influencer de renombre, o bien sigues un proceso natural y te armas de paciencia para que tu trabajo empiece a dar resultados o bien compras seguidores por cuatro duros. Por su parte, para ganar una carrera de tres semanas o cualquier título importante dentro del mundo del ciclismo, puedes explotar tu talento para la bicicleta a base de duros entrenamientos o doparte hasta las cejas.
El experimento con Almudena Ripamonti para desenmascarar a los falsos influencers
A finales de 2017, la agencia Human 2 Human (H2H) comenzó un experimento para desmantelar el fraude de los falsos influencers. Para ello, contrató a la actriz Almudena Ripamonti para que interpretara el papel de una influencer mientras la agencia se encargó de asesorarla fotográfica y estilísticamente y comprar seguidores falsos.
Almudena Ripamonti es la actriz que contrató la agencia H2H para un experimento que desmantelaba el fraude de los falsos influencers
La trampa fue llevada a cabo muy cuidadosamente para no levantar sospechas. La agencia creó un perfil falso para Almudena Ripamonti mientras poco a poco, la cuenta iba consiguiendo más seguidores a base de granjas de bots, que no son otra cosa más que almacenes llenos de teléfonos móviles conectados a un ordenador que se encargan de crear perfiles falsos para distintas redes sociales y empezar a interactuar con los usuarios reales que los compran. Es entonces cuando los falsos influencers se cuelan entre los verdaderos, pues por norma general, las marcas miran más el número de seguidores que la calidad de estos. Sin embargo, corren el riesgo de llevarse un chasco a posteriori ya que los bots no consumen como las personas reales.
Con este fraude, los falsos influencers ganan y las marcas pierden, pues los bots no consumen ni compran nada
Tras el experimento de la agencia Human 2 Human, Almudena Ripamonti salió en todas las cadenas de televisión para informar de que su perfil no era más que una parte del proyecto llevado a cabo para dar visibilidad al fraude de los falsos influencers. Una de las cosas que más llamaron la atención fue que la actriz reconociera ser la antítesis de las personas que llevan este estilo de vida, pues ni sabe de estilismos, ni de edición fotográfica, ni de tecnicismos de la profesión. Si ella ha pasado desapercibida sin estar al tanto de nada, qué no harán otros falsos influencers más avispados y que sí están puestos en la materia.
Si Almudena Ripamonti pasó desapercibida sin tener ni idea de estilismos ni edición fotográfica, qué no harán otros falsos influencers más avispados
Almu Ripamonti no es más que un personaje inventado para la causa. Sin embargo, sí que existen muchos falsos influencers que se han montado este negocio a base de comprar seguidores ficticios y engañar a las marcas, las cuales se arriesgan a tener pérdidas millonarias si caen en esta trampa mientras ellos se llenan los bolsillos y viven una vida de lujo de forma gratuita.
Lance Armstrong: de falso héroe a verdadero villano
El cáncer es una de las enfermedades más peligrosas dentro del campo de la salud y la medicina ya que, si no se detecta a tiempo, puede llegar a ser mortal. Es por eso por lo que los enfermos de cáncer necesitan sentirse motivados para seguir luchando y en Lance Armstrong habían encontrado un gran ejemplo: el corredor texano no solo había superado un cáncer de testículo, sino que además, después fue el único ciclista en el mundo capaz de ganar el Tour hasta siete veces de forma consecutiva. Una vez descubierta la trampa, Armstrong pasó de ser un ejemplo para los enfermos de cáncer a ser una tomadura de pelo.
Una vez descubierta la trampa, Armstrong pasó de ser un ejemplo para los enfermos de cáncer a ser una tomadura de pelo
Lance Armstrong ya corría antes de padecer cáncer, pero era un ciclista del montón. Quién sabe si lo de ciclista del montón habría pasado a ciclista de los mejores a base de duros entrenamientos y grandes esfuerzos. Sin embargo, es mucho más fácil la vía rápida, es decir, la del dopaje. Desgraciadamente, el consumo de sustancias prohibidas era un tema tan habitual en la época de Armstrong y estaba tan normalizado que los corredores que se dopaban no sentían ni que tuvieran que pedir perdón. Aún así, la normalización no justifica nada y estos tramposos sí que deberían sentirse culpables por manchar la imagen de un deporte tan bello como el ciclismo.
Las consecuencias de la mentira
Hay un refrán que dice que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Después del experimento de H2H con Almudena Ripamonti, las marcas miran más la calidad de los seguidores para evitar invertir en falsos influencers y sufrir pérdidas millonarias.
Lance Armstrong ha reconocido que, probablemente, el cáncer que padeció fue consecuencia del dopaje
Pero no todo en la vida es dinero y prestigio. Lance Armstrong tenía siete Tours, pero ya no tiene ninguno. Lo único que le queda en su palmarés deportivo es una sanción de por vida. El pasado mes de mayo, el ex corredor americano reconoció en su propio documental que, probablemente, el cáncer que padeció fue consecuencia del dopaje, concretamente, del consumo de la hormona del crecimiento. Y es que el mal tendría que salir por alguna parte y, en su caso, fue en forma de enfermedad.
Thomas Dekker quería ser como Miguel Induráin, pero por culpa del dopaje y otros vicios, no llegó ni a la mitad
A principios de la década de los 2000, el dopaje estaba tan normalizado que sería injusto culpar solamente a Lance Armstrong. Sin embargo, Ravelo necesitaría más de un reportaje y más de dos para hablar de todos ellos. Otro de los corredores que posteriormente reconoció ser un tramposo fue Thomas Dekker, mas siempre ha resaltado que no era él solo, sino todo su equipo, el Rabobank, y los equipos rivales. Cuenta en su autobiografía que de pequeño, quería ser como Miguel Induráin, pero tomó el camino equivocado con el dopaje y otros vicios como las prostitutas. Son las consecuencias de la mentira, esas que pueden ser contadas con conocimiento de causa para avisar a los demás de que eso no lleva a ninguna parte.
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