20 Sep Anna Bessonova: la gimnasta que desafió al dominio ruso
Bessonova puso el broche de oro a su carrera siendo campeona del Mundo tras muchos años siendo puntuada por debajo de lo que se merecía
Isabel Arroyo Sauces
No cabe duda de que Rusia tiene la hegemonía en ciertos deportes, como gimnasia rítmica o natación sincronizada, tanto en Europeos como en Mundiales como en Juegos Olímpicos. Es cierto que sus deportistas son fantásticas, pero también se dan casos como el de Ona Carbonell o el del ‘Equipaso’ cuyos ejercicios no tienen nada que envidiar a los de las eslavas. Sin embargo, ante el dominio ruso, parece que las demás siempre tendrán que conformarse con la medalla de plata o la de bronce.
A finales de la década de los 2000, Ucrania contaba con una gimnasta extraordinaria: Anna Bessonova. ¿Su gran pecado? No ser rusa. Bessonova siempre subía al podio en las finales por aparatos, pero en el concurso general, los jueces siempre la puntuaban por debajo del valor real de sus ejercicios, lo cual siempre favorecía a las gimnastas de Rusia.
El tiempo pasa para todo el mundo, también para las mejores gimnastas. Cuando llegó el Mundial 2007 de gimnasia rítmica celebrado en la ciudad griega de Patras, Anna Bessonova veía ya su retirada muy cerca, pero no quería colgar las punteras sin que antes, la historia hiciera justicia con ella.
Los puntos débiles de Rusia
Para el Mundial de Patras, Rusia llevaba tres gimnastas: Vera Sessina, Olga Kapranova y Alina Kavaeba. Esta última llevaba dominando todos los Mundiales desde 1998, pero los años la habían desgastado. Dicho desgaste le pasó factura quedando la tercera de su país y como a la final solo está permitido que pasen dos gimnastas por delegación, Kavaeba cedió a favor de sus compatriotas.
Por otra parte, Olga Kapranova era el ojito derecho de Irina Viner, seleccionadora nacional rusa. Cierto es que Rusia siempre ha dado gimnastas muy competentes que destacan sobre las demás, pero Kapranova no parecía una de ellas. Cierto es que sus ejercicios eran de máxima dificultad, pero una gimnasta de su categoría no se podía permitir tantos fallos como a ella le solía ocurrir. Cierto es que Anna Bessonova también competía a máxima dificultad y fallaba menos que Kapranova y la puntuaban siempre por debajo, pero es que Kapranova era rusa y Bessonova no.
El beso de la justicia
Anna Bessonova llegó al Mundial con su mayor rendimiento y así lo demostró en los ejercicios de mazas, cinta y cuerda. Tan solo faltaba el ejercicio de aro. ¿Cómo lo haría? Pues para quitarse el sombrero. Aún así, necesitaba una nota muy alta para superar a Olga Kapranova y hasta los más expertos se mostraban pesimistas. Nunca sabremos por qué al terminar su último ejercicio, Bessonova se giró para lanzarle un beso a los jueces, pero seguro que se quedó a gusto. Finalmente, Anna Bessonova consiguió su gran sueño: proclamarse campeona del Mundo. Lo había conseguido por méritos propios, gracias a su buen hacer y sin que hiciera falta competir bajo bandera rusa. Por fin se hacía justicia con ella.
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