25 Mar Abucheos
Salvador González
“Lo siento mucho, pero es absolutamente imposible traducir este texto en algo que se venda. Está fuera de duda que es extraordinario, pero me parece que su excepcionalidad va en su contra. Lo rechazo con las apropiadas expresiones de asombro”. Esas fueron las palabras con las que increíblemente hace 73 años una editorial rechazó tajantemente el borrador del libro El Aleph y con esto, se perdieron de la gran oportunidad de publicar una de las mejores obras de la literatura hispanoamericana del escritor Jorge Luis Borges.
A pesar de considerarlo extraordinario, la editorial rechazó publicar El Aleph, de Jorge Luis Borges
El argentino escribió en esa primera edición un libro de 14 cuentos que se desarrollan en un ambiente realista en el que, de pronto, se abren pequeñas grietas por donde se cuelan y surgen elementos fantásticos que rompen con la lógica de la realidad. Por ejemplo, en el cuento El inmortal, Borges aborda el deseo del ser humano por conseguir la inmortalidad. Y cuando se da cuenta de que la inmortalidad implica, de alguna manera, la no trascendencia, porque lo que nos hace trascender en el mundo es la certeza de saber que somos mortales y tenemos un tiempo limitado que nos debe servir para hacer cosas destacadas, el personaje busca revertir el efecto de la inmortalidad.
Imagínate a la editorial y/o el editor que tuvo en sus manos ese borrador, que tuvo el privilegio de poder disfrutarlo, de hacerlo suyo, de multiplicarlo, de imprimirlo y distribuirlo, tuvieron la oportunidad de vivir esa obra … y así, así tan rápido y tan fácil, lo rechazaron.
¿Se pueden imaginar de qué tamaño fue el arrepentimiento de la editorial por el rechazo hacia El Aleph?
Con el paso del tiempo, ¿Se pueden imaginar de qué tamaño fue el arrepentimiento de la editorial por el rechazo hacia El Aleph? Imposible de medir. Fueron privilegiados, tuvieron la oportunidad y la dejaron pasar.
Hace unos días, después de la triste eliminación del París Saint-Germain de la Champions League en el majestuoso estadio Santiago Bernabéu, en su siguiente encuentro de local en la liga francesa, la afición parisina abucheó a Messi y a Neymar, señalándolos como los culpables de dicha eliminación. El rosarino, tal vez por primera vez en su carrera, experimentó la sensación de rechazo jugando en su casa o, mejor dicho, jugando de local (en este momento, a todos nos queda claro que París no es su casa).
A los aficionados del PSG les vendieron la idea de que, con la sola presencia de Messi, alcanzarían la grandeza
A cada balón que tocaba el argentino, la rechifla y el desprecio de los aficionados se hacían presentes y de alguna manera, lo hacían con cierta razón. Con la razón de la idea que les vendieron: que, con la sola presencia del argentino, alcanzarían la grandeza.
El Real Madrid, con la épica que acostumbra y aprovechando a la perfección los errores del rival, con tres zarpazos de un elegante gato, desmoronó esa idea y volvió a poner a los parisinos en el lugar que históricamente han tenido en Europa: un equipo cualquiera. Por la grandeza de Messi, la mayoría de las personas interpretó este partido como un Messi vs Real Madrid. Por esa razón, a pesar de los errores burdos de sus compañeros de equipo, Messi es señalado como el único culpable. ¿Esto es justo? Definitivamente no, pero ese concepto vende más que cualquier cosa.
Messi es señalado como el único culpable. ¿Esto es justo? Definitivamente no, pero ese concepto vende más que cualquier cosa
Al igual que el cuento de Borges, el equipo parisino y su afición anhelan conseguir la inmortalidad con triunfos europeos. Y en esta ocasión, la han buscado de la mano de uno que por sí mismo ya es inmortal y le reclaman porque se han dado cuenta, en el peor momento, que esa inmortalidad no ha llegado con él a París.
Al menos hoy, en el Parque de los Príncipes juega un mortal, un mortal con un tiempo limitado para hacer cosas destacadas. El futbol de hoy parece que solo funciona a través de los títulos y no de las formas o detalles, el fin supera los medios y ya nadie se detiene a apreciar las sutilezas que nos regalan los futbolistas. No sé si los ansiados grandes títulos lleguen pronto para el equipo francés, lo que sí se, es que ganando o no, probablemente algún día se arrepientan de no haberse permitido disfrutar de los destellos y del futbol (poco o mucho) que les dejará el argentino. Un fútbol que, parafraseando a la editorial que rechazó a Borges: “Está fuera de duda que es extraordinario, pero me parece que su excepcionalidad va en su contra”.
Probablemente, algún día se arrepientan de no haberse permitido disfrutar de los destellos y del fútbol que les dejará el argentino
Repito, no hablo de títulos, hablo de lo que significa su presencia y su fútbol, ese fútbol que, al igual que la literatura de Borges, es un balompié realista en el que, de pronto, se abren pequeñas grietas por donde se cuelan y surgen elementos fantásticos que rompen con la lógica de la realidad. Al igual que la editorial que rechazó El Aleph, los aficionados parisinos están siendo privilegiados, tienen la oportunidad y tal vez la están dejando pasar.
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